¿SOMOS BUENOS GERENTES?
Obtener resultados a través de otros; quizás suene duro, sin embargo, es un principio que debemos comprender muy bien para no confundir el camino, sin que esto se interponga en nuestra responsabilidad de formar nuevos líderes, ya que es, al final el compromiso de todo líder.
Por tanto, debemos asumir que un
buen gerente es por definición un legítimo líder. Los gerentes, en muchos
casos, suelen contar con un excelente desarrollo de capacidades de tipo
cognitivo, sin embargo, a la hora de poner a prueba sus habilidades sociales,
es muy poco lo que saben, convirtiéndose así, esta expectativa, en su principal
problema cuando de ellos se espera un poder de influencia, la persuasión y la
gestión del cambio para cambiar e influenciar en algo, debo comenzar conmigo
Para lograr ser un buen gerente,
debemos ejercitar y desarrollar cuatro habilidades iniciales:
El Autoconocimiento
Es decir, debe identificarse plenamente a sí mismo,
reconocerse honestamente, ya que los líderes saben hacia donde van, lo que
quieren y lo que no, es consciente de sus principios y valores propios, el
desarrollo de esta habilidad le permite al líder actuar con convicción, por
tanto puede asumir la responsabilidad e iniciativa sobre sus acciones, la
autoconciencia le otorga una brújula al gerente pues identifica a dónde quiere
llegar, ya que los lideres no cambian el rumbo, ajustan velas, pero no sueltan
el timón, esto lo vuelve emocionalmente inteligente, siendo así capaz de
mantener interés por el logro de objetivos de corto y largo plazo.
Autogestión
Entendamos por esto, el trabajar en sí mismo, en
nuestras fortalezas, y en nuestras debilidades, mejorar nuestro desempeño, ser
nuestro propio impulsor y motivador, incluso nuestro más severo crítico;
proponerse retos, aprender a ser más exigentes con nosotros mismos antes que
con los demás, el gerente debe ser capaz de controlar sus impulsos, y
emociones, se reinventa incluso; pues recuerda siempre que tiene un rumbo
trazado.
Conciencia social
Ser consciente significa tener conocimiento pleno
para saberse parte de un todo, y percibirse a sí mismo dentro de un contexto.
En la psicología este conocimiento es el que le permite a un sujeto interactuar
con factores externos que conforman su entorno. Por ende, la conciencia social
es la habilidad que le permite al gerente conceptualizarse como parte de un
organismo y el estado de los demás; para permitirle entender la forma en cómo
puede favorecer o perjudicar el desarrollo de las personas a su alrededor. Esto
lo hace apto para entender y después hacerse entender ante los demás. Un
gerente que no conciba a los demás como individuos conformados por emociones,
experiencias, pensamientos e ideales, no podrá alinear nunca todo eso a los
objetivos de una organización, tampoco logrará desarrollar equipos de trabajo,
donde sus colaboradores asuman un papel protagónico conforme a sus intereses y
objetivos organizacionales; pues su líder no es capaz de impactar en ellos
despertando un deseo de colaborar en vez de competir. Un gerente con habilidad
social, con conciencia de su impacto en el personal, sabe conectar el
conocimiento, expectativas y objetivos de su gente con los objetivos de la
compañía, y es eso lo que le da una gran influencia sobre el factor humano.
Generación de relaciones productivas
Un buen gerente debe saber que está negociando
prácticamente todo el tiempo, pues sabe que necesita de otros para lograr
objetivos, considerando personas que incluso esta fuera de su línea de mando,
sin embargo, esto no los excluye de su área de influencia, por eso debe saber y
conducirse en un ánimo de ganar – ganar, siempre, sólo así conseguirá
relaciones productivas de largo plazo. El poder persuadir (sin que se
interprete como hechizar, es más bien inspirar) a participar en sus proyectos,
a colaborar con el objetivo macro, debe ser una herramienta fundamental,
incluso en el manejo de conflictos, pues debe ser capaz de ubicar los puntos e
intereses comunes como base para construir relaciones productivas, superar el
conflicto para centrarse en el bien común.
Ahora bien, el gerente en
formación o en función, debe también ejercer su gestión de forma situacional,
adecuándose a los niveles de madurez tanto técnica como psicológica de su
equipo, ya que uno de los principales errores es confundir el deseo con la
necesidad del personal. Formar gente que brinde resultados requiere en muchos
casos educar, y esto se logra con métodos acorde a las necesidades del aprendiz
y no a sus deseos, pues él aun no es consciente de sus alcances, ni al nivel de
exigencia al que es capaz de responder, por eso debe ser situacional.
Por otro lado, no es necesario
contar con una posición de autoridad formal para poder ejercitar estas habilidades;
pues el liderazgo, debe ser más que un instrumento exclusivo de puestos de
poder; en realidad es una condición y una actitud ante la vida y el mundo que
nos rodea. Son conductas que pueden facilitarnos el tránsito en nuestro camino,
pues somos seres sociales y dinámicos, y en nuestro andar hacia la mejora, no
estamos solos, afectamos a muchísima gente, la cuestión es decidir si hacerlo
de forma constructiva o destructiva.
Al final, nuestra labor gerencial
se califica en base a nuestra capacidad de ofrecer resultados contundentes y de
brindar soluciones creativas y factibles, pues la creatividad es elemental para
ser un buen gerente; nuestro trabajo es nunca dejar de preguntarnos sobre
nuevas metas, mejores métodos, nuevas formas de hacer más y mejor, reconocer un
buen gerente del resto requiere identificar al que asume el statu quo, mientras
que el buen gerente lo cuestiona.
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